LA COMPRENSIÓN CORRECTA. POR Shunryu Suzuki. Uno de los textos más significativos de la Tradición budista Soto Zen.
Fragmento. Séptima entrega.
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La creencia en la nada
"En nuestra vida cotidiana, el noventa y nueve por ciento de nuestro pensar es de carácter egocéntrico. ¡Por qué sufro? ¡Por qué tengo problemas?
Yo he descubierto la necesidad, la absoluta necesidad, de creer en la nada. Es decir, hay que creer en algo que no tiene forma ni color, en algo que existe antes que todas las formas y colores aparezcan. Ésta es una cuestión muy importante. No importa en qué dios o doctrina se crea; si uno se apega a ella, la creencia se basará en mayor o menor grado en una idea egocéntrica. Es el esfuerzo por lograr una fe perfecta con el objeto de obtener la propia salvación. Pero el logro de semejante fe perfecta llevará tiempo. Además, se ve uno involucrado en una práctica idealista. Mientras trata constantemente de realizar el propio ideal, no tiene tiempo para mantener la serenidad. En cambio, cuando se está preparado siempre para aceptar todo lo que vemos, como algo que surge de la nada, a sabiendas de que hay alguna razón para que surja una existencia fenoménica de determinada forma y color, entonces, en ese mismo momento, se logra la serenidad perfecta.
Cuando se tiene dolor de cabeza, hay razones para ello. Si se conoce la causa de ese dolor de cabeza, uno se siente mejor. Pero cuando no se sabe, uno tal vez se diga "¡oh, qué dolor de cabeza tengo! Tal vez se deba a que mi práctica es mala. ¡Si mi meditación o mi práctica zen fueran mejores, no tropezaría con esta clase de inconvenientes!". Cuando las condiciones se interpretan de esta manera, no se logra una completa fe en sí mismo, o en la propia práctica, hasta tanto no se alcanza la perfección. En este caso, es tan grande la preocupación por salir adelante que me temo que no habrá tiempo para lograr la práctica perfecta. ¡De esa manera, no se librará uno del dolor de cabeza! Esta clase de práctica es más bien tonta, y no da resultado. Pero, cuando se cree en algo existente antes del dolor de cabeza, y se conoce la causa que lo motiva, entonces uno se siente mejor, naturalmente. Tener dolor de cabeza está bien porque significa que se tiene bastante salud como para experimentarlo. Si se tiene dolor de estómago, es porque el estómago tiene bastante salud como para sentir el dolor. Pero si el estómago se acostumbra a estar mal, no se sentirá dolor. ¡Eso es terrible! Llegar al final de la vida por un dolor de estómago.
Por eso es absolutamente necesario creer en la nada. Más esto no quiere decir vacuidad. Hay algo, pero ese algo está siempre preparado para tomar alguna forma en particular, y en su actividad sigue ciertas reglas, teorías o verdades. Esto se llama naturaleza de Buda o el Buda mismo. Cuando esta existencia se personifica, la llamamos Buda; cuando la comprendemos como la suma verdad, la llamamos Dharma y, cuando aceptamos la verdad y actuamos como una parte del Buda o conforme a la teoría, nos llamamos a nosotros mismos Sangha. Pero aunque haya tres formas de Buda, se trata de una existencia que no tiene forma ni color y que siempre está dispuesta a tomar forma y color. Esto no es una simple teoría. No es meramente la enseñanza del budismo, sino la absolutamente necesaria comprensión de nuestra vida. Sin esta comprensión, nuestra religión no nos ayudará. Estaremos atados a nuestra religión y tendremos mayores inconvenientes por culpa de ella. Si ustedes se convierten en víctimas del budismo, quizás yo me sienta muy contento, pero ustedes no lo estarán tanto. Por eso es muy, muy importante esta clase de comprensión.
Cuando se practica el Zazen en la oscuridad, es posible que uno oiga la lluvia que cae del techo. Después, la niebla maravillosa se deslizará por entre los árboles y más tarde aún, cuando la gente comience a trabajar, verá las hermosas montañas. Pero algunos se disgustarán al oír la lluvia mientras están acostados en la cama por la mañana, porque se olvidan de que luego verán salir el radiante sol por el oriente. Cuando concentramos la mente en nosotros mismos, tenemos esta clase de preocupación. Pero cuando nos aceptamos a nosotros mismos como la personificación de la verdad o la naturaleza de Buda, no tenemos preocupación alguna. Pensamos "ahora está lloviendo", pero no sabemos qué pasará después, y a la hora de salir a la calle, tal vez el día sea hermoso o haya tormenta. Y como no sabemos, lo mejor es gozar por ahora del sonido de la lluvia. Esta actitud es la más correcta. Cuando uno se ve a sí mismo como personificación temporal de la verdad, no tiene dificultad alguna. Apreciará lo que lo rodea y se apreciará a sí mismo como parte maravillosa de la gran actividad de Buda, incluso en medio de las dificultades. Éste es nuestro modo de vivir.
Expresado en la terminología budista, debemos comenzar con la iluminación y proseguir hacia la práctica y luego hacia el pensar. Generalmente, el pensar se centra más bien en el propio ser. En nuestra vida cotidiana, el pensar se centra el noventa y nueve por ciento de las veces en el propio ser: "¿por qué sufro? ¿Por qué tengo problemas?". Esto constituye el noventa y nueve por ciento de nuestro pensar. Por ejemplo, cuando empezamos a estudiar las ciencias o un Sutra difícil, pronto nos agobia el sueño o nos entra modorra. ¡En cambio, estamos siempre bien despiertos y mostramos gran interés cuando se trata de nuestro pensar centrado en el propio ser! Más cuando la iluminación viene primero, antes que el pensar, antes que la práctica, este pensar y esta práctica no se centran en el propio ser. Por iluminación entiendo el creer en la nada, creer en algo sin forma ni color que está dispuesto a tomar forma o color. Esta iluminación constituye la verdad inmutable. En esta verdad original deberán basarse nuestra actividad, nuestro pensar y nuestra práctica.
Inclinación, no inclinación
Cuando nos inclinamos a algo bello, eso es también actividad de Buda.
Dogen-zenji ha dicho: "Aunque es medianoche, el alba está ya aquí; aunque llega el alba, es de noche". Esta dase de afirmación encierra la comprensión transmitida por Buda a los patriarcas y por los patriarcas a Dogen y a nosotros. La noche y el día no son distintos. Al mismo hecho a veces se le llama noche, otros días. Son la misma cosa. La práctica del Zazen y la actividad cotidiana son una misma cosa. Llamamos al Zazen vida cotidiana y a la vida cotidiana Zazen. Pero, generalmente, pensamos "ahora terminó el Zazen y vamos a emprender nuestra vida cotidiana". Más ésta no es la comprensión correcta. Son la misma cosa. No tenemos a dónde escapar. Por eso ha de haber calma en la actividad y en la calma ha de haber actividad. La calma y la actividad no son dos cosas distintas.
Toda existencia depende de alguna otra cosa. Estrictamente hablando, no hay existencia individual separada. Hay simplemente muchos nombres para una existencia. A veces la gente enfatiza la unidad, pero ésta no es nuestra comprensión. Nosotros no recalcamos ningún aspecto en particular, ni siquiera la unidad. La unidad es valiosa, pero la variedad es también maravillosa. La gente suele pasar por alto la unidad y recalcar la existencia absoluta única, mas ésta es una comprensión unilateral. En esta comprensión, hay una especie de laguna entre la variedad y la unidad. Pero la unidad y la variedad son lo mismo y por eso ha de apreciarse la unidad de cada existencia y también por eso ha de recalcarse la vida cotidiana y no algún estado mental en particular. Se debe encontrar la realidad de cada instante y de cada fenómeno. Ésta es una cuestión muy importante.
Dogen-zenji ha dicho: "Aunque todo tiene naturaleza de Buda, nosotros amamos las flores y no nos gusta la maleza". Esto es cierto en cuanto a la naturaleza humana. Pero el que nos inclinemos a lo bello es de por sí parte de la actividad de Buda. El que no nos guste la maleza es también actividad de Buda. Conviene entenderlo así. Si se entiende así, está bien gustar de algo. Cuando gustamos de Buda, ésa no es una inclinación negativa. En el amor debe haber odio o no atracción. Y en el odio debe haber amor o aceptación. Amor y odio son una misma cosa. Pero no hay que inclinarse solamente al amor. Hay que aceptar también el odio. Hay que aceptar la maleza, pese a lo que sintamos acerca de ella. Si no gusta, no se la ama; si se la ama hay que amarla bien.
Generalmente, nos criticamos a nosotros mismos por tender a la injusticia con lo que nos rodea; nos culpamos por esta actitud de no aceptación. Pero hay una diferencia muy sutil entre la manera usual de aceptar las cosas y nuestra manera de aceptarlas, aunque quizás parezcan ser iguales. Se nos ha enseñado que no hay interrupción entre la noche y el día ni entre el tú y el yo. Esto significa unidad. Pero no recalcamos ni siquiera la unidad. Si hay unidad, no es necesario recalcarla.
Dogen ha dicho: "Aprender algo es conocerse a sí mismo. Estudiar el budismo es estudiarse a sí mismo". Aprender algo no es adquirir lo que no se sabía ya de antemano. Uno sabe algo antes de aprenderlo. No hay ninguna brecha entre el "yo" antes de saber algo y el "yo" después de saberlo. No la hay tampoco entre el ignorante y el sabio. Una persona tonta es una persona sabia. Una persona sabia es una persona tonta. Pero, por lo regular, pensamos: "El es tonto y yo soy sabio" o "yo era tonto, pero ahora soy sabio". ¿Cómo podemos ser sabios si somos tontos? Pero la comprensión transmitida desde Buda a nosotros es que no hay diferencia de ninguna especie entre el hombre tonto y el hombre sabio. Así es. Pero al decir esto, la gente tal vez piense que estoy recalcando la unidad. No es eso. No se recalca nada. Todo lo que tratamos de hacer es conocer las cosas tal como son. Si lo logramos, no hay nada que señalar. No hay manera de captar nada. No hay nada que captar. No podemos recalcar ninguna cuestión. Sin embargo, como dijo Dogen: "Una flor se marchita aunque la amemos, y la maleza crece aunque no la amemos". Aunque sea así, ésta es nuestra vida.
Así es cómo hemos de entender la vida. De esta forma, no hay problemas. Al recalcar cualquier cuestión en particular, siempre se presentan inconvenientes. Por eso debemos aceptar las cosas simplemente como son. Ésa es la manera de entenderlo todo y de vivir en este mundo. Este tipo de experiencia es algo que va más allá de nuestro pensamiento. En el terreno del pensar, hay diferencia entre la unidad y la variedad, pero en la experiencia real, la variedad y la unidad son la misma cosa. Cuando se crea cualquier idea de unidad o variedad, la idea lo posee a uno. Y hay que continuar con el pensamiento interminable, aunque en realidad no hay necesidad de pensar.
Emocionalmente solemos tener muchos problemas, pero no son problemas reales. Son algo creado. Son problemas provocados por nuestras ideas o puntos de vista centrados en el propio ser. Hay problemas porque señalamos algo. Pero, en realidad, no es posible señalar algo en particular. La felicidad es pesar y el pesar es felicidad. Hay dificultades en la felicidad y felicidad en las dificultades. Aunque nos sentimos de distintas maneras, no hay real diferencia. En esencia son la misma cosa. Ésta es la verdadera comprensión venida de Buda a nosotros."
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Continuará
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