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Mente Zen. Mente de Principiante (3)

LA COMPRENSIÓN CORRECTA. POR Shunryu Suzuki. Uno de los textos más significativos de la Tradición budista Soto Zen.

Fragmento. Tercera entrega.


(...)

La calidad del ser

"Cuando se hace algo, si se fija la mente en la actividad con cierto grado de confianza, la calidad del estado mental es la actividad misma. Cuando uno se concentra en la calidad del propio ser, está preparado para la propia actividad. El propósito del Zazen es alcanzar física y mentalmente la libertad de nuestro ser. Según Dogen-zenji, cada existencia es un destello que penetra el vasto mundo fenoménico. Toda existencia es una expresión más de la calidad del ser en sí mismo. Por la mañana temprano, suelen verse, frecuentemente, muchas estrellas. Las estrellas no son otra cosa que la luz que ha viajado muchas millas a gran velocidad desde los cuerpos celestes. Pero para mí, las estrellas no son seres veloces, sino calmos, estables y pacíficos. Suele decirse "en la calma debe haber actividad y en la actividad, calma". En realidad, son la misma cosa. Decir "calma" o decir "actividad" es simplemente expresar dos interpretaciones distintas de un mismo hecho. En nuestra actividad hay armonía y, donde hay armonía, hay calma. Esta armonía es la calidad del ser. Pero la calidad del ser, asimismo, no es otra cosa que la actividad veloz.

Cuando nos sentamos en Zazen, nos sentimos muy calmados y serenos, aunque en realidad no sabemos qué clase de actividad está desarrollándose dentro de nuestro ser. Existe una completa armonía en la actividad de nuestro sistema físico y entonces experimentamos la calma que hay en él. Aunque no la sintamos, la calidad está ahí. Por lo tanto, no hay que preocuparse por la calma o la actividad, la quietud o el movimiento. Cuando se hace algo, si se fija la mente en la actividad con cierta confianza, la calidad del estado mental es la actividad misma. Cuando se concentra en la calidad del ser, uno se está preparando para la actividad. El movimiento no es más que la calidad de nuestro ser. Cuando practicamos Zazen, la calidad de nuestro estar sentados con calma, estabilidad y serenidad es la calidad de la inmensa actividad del ser en sí mismo.

"Todo es solamente un destello que penetra el vasto mundo fenoménico" y significa la libertad de nuestra actividad y de nuestro ser. Cuando uno se sienta de la manera correcta, con la comprensión correcta, logra la libertad del ser, aunque no sea nada más que una existencia temporal. Durante ese lapso, la existencia temporal no cambia, no se mueve, y se mantiene siempre independiente de otras existencias. Al momento siguiente, surge otra existencia. Podemos transformarnos en cualquier otra cosa. Estrictamente hablando, no hay conexión entre el yo—mismo de ayer y el yo—mismo de este momento; no hay conexión de ninguna especie. Dogen-zenji dijo: "El carbón no se convierte en cenizas". Las cenizas son cenizas y no pertenecen al carbón, tienen su propio pasado y futuro. Son una existencia independiente, porque son un destello que penetra el vasto mundo de los fenómenos. Y el carbón y el fuego al rojo vivo son existencias completamente distintas. Y el carbón negro es también un destello que penetra ese vasto mundo. Donde hay carbón negro, no hay carbón al rojo. Así, pues, el carbón negro es independiente del carbón rojo; las cenizas son independientes de la leña; cada existencia es independiente.

Hoy estoy sentado en Los Altos. Mañana por la mañana estaré en San Francisco. No hay conexión alguna entre el "yo" de Los Altos y el "yo" de San Francisco. Son dos seres completamente distintos. Éste es un ejemplo de la libertad de la existencia. Y no hay ninguna calidad que nos conecte a cada uno de ustedes y a mí. Cuando yo me refiero a "ustedes" no hay ningún "yo"; cuando digo "yo" no hay ningún "ustedes". Ustedes son independientes y yo soy independiente; cada cual existe en un momento distinto, pero esto no quiere decir que seamos seres completamente distintos. Somos en realidad uno y el mismo ser. Somos lo mismo, pero, no obstante, diferentes. Es muy paradójico, pero en realidad es así. Como somos seres independientes, cada uno de nosotros es un destello completo que penetra el vasto mundo fenoménico. Cuando estoy sentado, para mí no hay ninguna otra persona, pero eso no significa que no reconozca a los demás. Soy completamente uno con cada existencia en el mundo fenoménico. Así, pues, cuando yo me siento, el resto se sienta. Todos se sientan conmigo. Ése es nuestro Zazen. Cuando uno se sienta, todo se sienta con uno. Y todo integra la calidad del ser de uno. Yo soy parte de cada uno de ustedes. Yo entro en la calidad de su ser. Entonces en esta práctica, tenemos una liberación absoluta de todo lo demás. Cuando se posee este secreto, no hay ninguna diferencia entre la práctica del Zen y la vida cotidiana. Cada cual puede interpretar todo como quiere.

Un cuadro maravilloso es el resultado de la sensibilidad, de los sentimientos de los dedos. Cuando uno siente la densidad de la tinta del pincel; el cuadro está ya ahí antes de pintarlo. Cuando se moja el pincel en la tinta, ya se anticipa el resultado del dibujo; de lo contrario, no se podría pintar. Así, pues, antes de hacer algo, el "ser" ya está ahí, el resultado está ahí. Aunque parezca que se está sentado tranquilamente, toda la actividad pasada y presente está incluida y el resultado de la sentada ya está allí también. Uno no descansa en absoluto. Toda la actividad está dentro de uno. Ése es nuestro ser. Por lo tanto, todos los resultados de la práctica están incluidos en la sentada. Ésta es nuestra práctica, nuestro Zazen.

Dogen-zenji se interesó en el budismo cuando todavía era niño, mientras observaba el humo de un palillo de incienso que ardía junto al cadáver de su madre y sintió el carácter evanescente de nuestra vida. Este sentimiento creció en su interior y, finalmente, lo llevó al logro de la iluminación y al desarrollo de su profunda filosofía. Cuando vio el humo del palillo del incienso y percibió la fugacidad de la vida, se sintió muy solo. Pero ese sentimiento de soledad lo fortaleció, hasta que floreció en la iluminación cuando tenía veintiocho años. Y en el momento de la iluminación, exclamó: "¡No hay cuerpo ni mente!". Al decirlo, todo su ser se convirtió en un destello que penetró el vasto mundo fenoménico, un destello que lo incluía todo, lo abarcaba todo, y que tenía de por sí una calidad inmensa y contenía todo el mundo fenoménico en una existencia absoluta e independiente. Ésa fue su iluminación. Partiendo del sentimiento de soledad provocado por la fugacidad de la vida, logró sentir profundamente la calidad de su ser. Se dijo "me he desprendido de la mente y del cuerpo". Mientras se piensa que se tiene mente o cuerpo, se siente la soledad; pero cuando advertimos que todo es solamente un destello que penetra el vasto universo, nos fortalecemos mucho y la existencia pasa a ser muy significativa. Ésa fue la iluminación de Dogen y ésta es nuestra práctica."

(...)

Continuará





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